
El camino hacia para convertirte en comida de otro no va a ser fácil: Te lanzan desde una caja y te cuelgan boca abajo con una cadena agarrada a tus piernas. De hecho, hay una buena probabilidad de que tus piernas se acaben rompiendo, pero a nadie le importará tu dolor o tus gritos. A medida que cuelgas boca abajo, luchando por escapar, te ves arrastrado a través de un baño de agua electrificada que se supone que te paraliza, pero te deja consciente. Considerando lo que te espera, deberías estar inconsciente. Pero, ¿a quién le importa? Solo eres uno entre millones de pollos que morirán ese día.
Sigamos: una cuchilla cortará tu cuello a medida que la sangre drena lentamente de tu cuerpo. Si tienes suerte, vas a perder la conciencia. Sin embargo, al ser tantos colgando de la cadena –hay que optimizar costes- muchos cuellos se pasan de largo la cuchilla. Si eres de estos millones de desafortunados, todavía estarás consciente durante la etapa final del proceso de la matanza: acabando en el agua hirviendo del tanque de desplume.
Eso pasaría si fueras un pollo: tienes suerte, no lo eres. Pero la vida sigue y da muchas vueltas: ahora tienes aspecto de humano, en otra vida tus átomos pueden reconfigurarse en pollo.
Si ese es el caso: reza lo que sepas o échales una mano ahora en dos simples pasos:hazte vegetarian@ y colabora de alguna manera con una asociación que luche por los derechos y la dignidad de los animales. Si no tienes suficiente, puedes leer esta entrevista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario