miércoles, 11 de septiembre de 2013

Crueldad versus paladar



El modo tradicional de producir jamón ibérico, requiere la dolorosa castración del cerdo y a millones de ellos (en 2008, se extirparon los testículos de casi 100 millones de cerdos en la Unión Europea) se les castra sin anestesia. Actualmente se mantiene esta cruel práctica porque los machos sin testículos son menos agresivos, más fácil de manejar, producen más grasa intermuscular para las vetas de los jamones y su carne sabe mejor. La alternativa a la castración tradicional, como la castración química, que reduce los testículos tampoco es una solución sostenible.
La creciente preocupación por el bienestar animal ha hecho que la UE se plantee prohibir capar a los cerdos en 2018. Los cerdos sin capar producen hasta un 10% menos de estiércol, tienen menos enfermedades, no necesitan tanto al veterinario. Habrá que esperar cinco años de dolorosas y crueles castraciones para saber si el bienestar de los cerdos tiene más peso que los paladares humanos. La solución más compasiva: dejar de comer cerdo. Sin demanda ya no será un negocio rentable.

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