miércoles, 2 de abril de 2008

Yo no como foie

Este fue el título de una columna de Pablo Carbonell, que podéis leer entera aquí, y de la cual reproducimos algunos trozos: "Porque hay que desalojar de nuestros modos aquello que pisa los derechos de los demás; seres vivos o cosas hermosas que debemos cuidar…
Porque reconozco un alma colectiva en lo que nos rodea, un espíritu común, un afán, digamos similar… Yo no como foie. Porque me duele el dolor de los que sufren lo insufrible y porque siento que todas las gotas de odio cuentan en el caudal de la masacre global no desaprovecho el capital de dar mi paso atrás y no como foie
.
Me la sudan los que hacen el salvaje con las ocas y su forma de ganarse el pan. Su negocio es lesivo para el cuerpo, la conciencia y espeluzna por brutal. Un plato de esa vergüenza en la mesa es como sentar a un torturador a cenar. Por eso no como foie."
El foie gras es el hígado enfermo de un ganso o un pato al que se ha cebado varias veces al día mediante un tubo metálico de 20 a 30 centímetros introducido en la garganta hasta el estómago. A fin de obligar su cuerpo a producir foie gras, el ave debe tragar en unos segundos una cantidad de maíz tal que su hígado crece hasta casi diez veces su tamaño normal, y enferma de esteatosis hepática. Al luchar por liberarse cuando se le introduce el tubo en la garganta o al contraerse su esófago por necesidad de vomitar, el ave corre el riesgo de asfixia o perforaciones mortales del cuello. La introducción del tubo provoca lesiones del cuello en el que se desarrollan inflamaciones dolorosas y gérmenes. La sobrealimentación forzada y desequilibrada provoca con frecuencia enfermedades del sistema digestivo potencialmente mortales. Inmediatamente después del choc del cebo, el ave sufre diarreas y jadeos. Además el tamaño de su hígado hipertrofiado le impide respirar y desplazarse normalmente.
La matanza llega a tiempo a fin de ocultar las consecuencias del cebo. Sin embargo los más débiles están agonizando cuando llegan al matadero, y muchos no sobreviven hasta allí: el índice de mortandad de los patos es de diez a veinte veces superior durante el periodo de cebo.
Esta violencia inherente a la producción de foie gras justifica por sí misma su prohibición. Pero para la mayoría de estos animales, el calvario no se limita a la brutalidad del cebo. A muchos se les arranca parte del pico, sin anestesia, con alicantes o simples tijeras.
En la naturaleza los patos pasan gran parte de su vida en el agua. En esas crías muchos están encerrados en cobertizos y después en jaulas cuyo suelo de alambrera les hiere las patas. Esas jaulas son tan pequeñas que ni pueden darse la vuelta y aún menos levantarse o agitar las alas. Muchos de los que sobreviven hasta el día de la matanza sufren fracturas de los huesos al ser transportados, manipulados y finalmente colgados cabeza abajo para ser electrocutados y degollados.
¿Cómo puede ser un placer comer algo que impone una vida tan miserable a un ser sensible que, al igual que nosotros, puede sentir dolor y angustia? Su pertenencia a otra especie que la nuestra no justifica que permanezcamos sordos ante este sufrimiento y mudos frente a esta esclavitud inmoral.
Hay leyes y reglamentos que dicen proteger a los animales contra tales malos tratos pero los textos son deliberadamente ignorados para lucrarse con el sufrimiento de más de 30 millones de animales utilizados cada año, sobre todo en Francia, para el foie gras. El cebo que es una violación de los principios más elementales de protección de los animales ya ha sido prohibido en la mayoría de los países de la Unión Europea (desde el 1 de enero de 1999 en Polonia) y acaba de serlo en Italia, Israel y California por crueldad. En Chicago acaban de prohibir la venta de foie gras, incluso en los restaurantes, por el mismo motivo. Recientemente el príncipe Carlos de Inglaterra ha ordenado a los cocineros de todas sus residencias reales que no incluyan "foie-gras" en sus menús según publicó "The Daily Telegraph".
Ya no se puede seguir haciendo pasar por tradición culinaria que consiste en introducir en la garganta de un animal enjaulado un embudo o en el peor caso, una bomba neumática. Para aquellos que no se lo crean, aquí tienen algunos videos de lo más escalofriante.
En nuestra Sopa tampoco comemos foie ni paté, que os recuerdo que es un derivado cárnico elaborado a base de vísceras, principalmente del hígado, y despojos de diversos animales!. En ambos casos es tortura enlatada.
Fuente: Stopgavache (Iniciativa ciudadana para parar la producción de foie donde podéis encontrar un triste y siniestro contador de sesiones de cebo, aves muertas por alimentación forzada y aves degolladas en mataderos desde Enero de 2008).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tampoco