
La TEAAC (Terapia y Educación Asistida por Animales de Compañía) consiste en la participación de animales de compañía en intervenciones terapéuticas, con el fin de propiciar o promover la salud y el bienestar humano. Es decir, aprovechar valores intrínsecos del animal para facilitar el trabajo del facultativo, del educador o del terapeuta en la educación, recuperación, rehabilitación, reinserción, tratamiento o mejora de la calidad de vida de las personas.
Los animales son terapeutas natos. Su sola presencia, la capacidad de respuesta al contacto humano y la sencillez de sus demandas, dan a los que viven con ellos un sentido de seguridad emocional que a menudo escasea o falta en el mundo actual, plagado de cambios frecuentes y rápidas decepciones.
Los animales de compañía, en particular, constituyen una fuente inagotable de calor, seguridad y amor incondicional. Resultados de investigaciones demuestran que los animales nos proporcionan el don de sentirnos necesarios, nos dan un sentido de familia, de seguridad, de ánimo para hacer ejercicio, de sensibilidad hacia nuestro estado ya que inspiran buen humor y una sensación de despreocupación, una vuelta a la infancia y un espíritu alegre. Proporcionan amor y aceptación incondicional, ofrecen afecto espontáneo y lealtad sin fin, son un hombro donde llorar, un confidente en el que confiar. Tener un animal de compañía es como vivir con un terapeuta que proporciona relajación instantánea. Contemplarlo, acariciarlo, jugar con él o hablarle tiene un efecto benéfico inmediato sobre nuestro organismo. Nos hacen más felices, sanos y sociables y proporcionan a quienes tienen contacto con ellos beneficios psicológicos, fisiológicos y sociales.
Los animales son terapeutas natos. Su sola presencia, la capacidad de respuesta al contacto humano y la sencillez de sus demandas, dan a los que viven con ellos un sentido de seguridad emocional que a menudo escasea o falta en el mundo actual, plagado de cambios frecuentes y rápidas decepciones.
Los animales de compañía, en particular, constituyen una fuente inagotable de calor, seguridad y amor incondicional. Resultados de investigaciones demuestran que los animales nos proporcionan el don de sentirnos necesarios, nos dan un sentido de familia, de seguridad, de ánimo para hacer ejercicio, de sensibilidad hacia nuestro estado ya que inspiran buen humor y una sensación de despreocupación, una vuelta a la infancia y un espíritu alegre. Proporcionan amor y aceptación incondicional, ofrecen afecto espontáneo y lealtad sin fin, son un hombro donde llorar, un confidente en el que confiar. Tener un animal de compañía es como vivir con un terapeuta que proporciona relajación instantánea. Contemplarlo, acariciarlo, jugar con él o hablarle tiene un efecto benéfico inmediato sobre nuestro organismo. Nos hacen más felices, sanos y sociables y proporcionan a quienes tienen contacto con ellos beneficios psicológicos, fisiológicos y sociales.
En una sociedad crecientemente individualista, los menos favorecidos -personas que sufren por la soledad, trastornos psíquicos o enfermedad- la intervención de un animal de compañía en el tratamiento terapéutico puede favorecer, entre otros beneficios, el equilibrio, el bienestar.
Fuente: Fundación Affinity
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