La peste negra que mató en el siglo XIV a casi la mitad de la población europea ha vuelto. En esta ocasión, la plaga bubónica ya campa a sus anchas por la ciudad de Yumen (China) y treinta mil habitantes están sitiados por la muerte de un hombre infectado por haber alimentado a su perro con una marmota. Un país que se come todo lo que camina, nada o vuela y que no respeta ni los derechos humanos ni los de los animales acaba gestando plagas y crisis sanitarias como las que lleva acumulando China en las últimas décadas. Los antibióticos modernos podrán combatirla a través de la vacunación pero estos brotes, mayoritariamente en zonas rurales, nos avisan de que algo se está haciendo realmente mal. Al final los excesos medioambientales se pagan: el último gran brote chino en el siglo XIX se llevó por delante casi 10 millones de vidas.
viernes, 25 de julio de 2014
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1 comentario:
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