
Mañana es el día Mundial sin Carne. También podría llamarse el Día Mundial Vegetariano. Tiene una connotación más positiva pero en cualquier caso la matanza debe terminar por motivos morales, de salud o ecológicos! Podemos y debemos pararla.
Hoy día se puede ser vegetariano por motivos muy diversos, humanitarias para reducir el gasto que conlleva la producción de carne como alimento y aumentar el consumo de alimentos vegetales en detrimento de los de origen animal para luchar contra el hambre en el mundo, etc.; dietéticas, se rechaza el consumo de carne por ser muy tóxico estar muy manipulado, y, finalmente, éticas, para que que ningún animal sufra.
La cultura de la carne está generando graves daños. El consumo de carne en todo el mundo afecta al planeta entero de una forma dramática. El ganado contribuye al 20% de las emisiones globales de metano, lo que produce una polución medioambiental masiva. Una de las mayores amenazas para la humanidad es el recalentamiento del planeta. La ganadería produce una enorme cantidad de estiércol que va a parar a nuestros ríos, lagos y mares; así como enormes cantidades de pesticidas y fertilizantes químicos que se utilizan para cultivar comida para animales.
El impacto que produce en el resto del mundo el consumo masivo de carne que hacemos en Europa y Norteamérica es que cada año, muere de desnutrición un número de personas equivalente a la mitad de la población de España. El 70% de los cereales cultivados se destinan al ganado, mientras que hay 20 millones de personas en el mundo que padecen de hambre crónica. Para obtener un kilo de carne se gastan 16 kilos de cereales y legumbres. Si se redujera un 10 % en la producción de carne permitiría disponer de los cereales suficientes para alimentar a 60 millones de personas.
El impacto que produce en el resto del mundo el consumo masivo de carne que hacemos en Europa y Norteamérica es que cada año, muere de desnutrición un número de personas equivalente a la mitad de la población de España. El 70% de los cereales cultivados se destinan al ganado, mientras que hay 20 millones de personas en el mundo que padecen de hambre crónica. Para obtener un kilo de carne se gastan 16 kilos de cereales y legumbres. Si se redujera un 10 % en la producción de carne permitiría disponer de los cereales suficientes para alimentar a 60 millones de personas.
El agua es otro elemento que se ocupa y desperdicia enormemente por ejemplo para cultivar 1 kilo de trigo se utilizan 60 litros de agua, mientras que para producir un kilo de carne se gastan 2.500 a 6.000 litros de agua, un exceso que nos lleva a pensar que los recursos del agua terminarán por agotarse.
La paradoja del sistema de producción alimentaría actual reside en que millones de consumidores en el primer mundo fallecen por enfermedades relacionadas con la riqueza (enfermedades coronarias, infartos, diabetes y cáncer), provocadas porque se atiborran de carnes ricas en grasa alimentadas a base de cereales, mientras que en los países empobrecidos la gente muere de enfermedades provocadas por negársele el acceso a la tierra para cultivar cereales con los que alimentar a sus familias.
Datos científicos demuestran una relación positiva entre la dieta vegetariana y la reducción del riesgo por obesidad, enfermedades de las arterias coronarias, hipertensión, diabetes, y algunos tipos de cáncer. Las personas que consumen productos animales tienen un 40 por ciento más de posibilidades de sufrir cáncer y corren un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y muchas otros males como infarto, obesidad, apendicitis, osteoporosis, artritis, diabetes e intoxicación alimentaría. Además, la carne contiene acumulaciones de productos químicos hasta 14 veces más concentradas que en el caso de los alimentos vegetales.
Datos científicos demuestran una relación positiva entre la dieta vegetariana y la reducción del riesgo por obesidad, enfermedades de las arterias coronarias, hipertensión, diabetes, y algunos tipos de cáncer. Las personas que consumen productos animales tienen un 40 por ciento más de posibilidades de sufrir cáncer y corren un mayor riesgo de padecer enfermedades cardíacas y muchas otros males como infarto, obesidad, apendicitis, osteoporosis, artritis, diabetes e intoxicación alimentaría. Además, la carne contiene acumulaciones de productos químicos hasta 14 veces más concentradas que en el caso de los alimentos vegetales.
Ni el físico ni la dentadura del ser humano corresponden a la de un animal carnívoro. Nuestros jugos digestivos carecen de la acidez necesaria para digerir la carne y es sólo por el hábito que el estómago se adapta a esa función. La descomposición de toda sustancia animal produce toxinas mucho más peligrosas que las procedentes de la descomposición vegetal.
El futuro de la proteína animal recae en la ingeniería genética; todas las compañías multinacionales están desarrollándola, y ya se han "fabricado" algunos animales cuyo código genético ha sido modificado. Tendemos a olvidar que el plato que para nosotros supone un momento de disfrute, para los animales con los que nos alimentamos significa su vida.
Una vez que empezó la domesticación del ganado comenzaron las crueldades. Ya hablaba sobre ello Plutarco. Hoy en día no hay diferencia en el grado de sufrimiento que padecen los animales; la única diferencia es el gran número de ellos que sufren hoy. Los animales fueron apartados de su entorno natural y confinados en pequeños espacios, donde no podían moverse más que unos pocos centímetros, recibiendo comidas altas en proteínas para que fueran obesos con poca edad. Esto es una salvaje perversión hacia criaturas libres a las que se deja de considerar animales y se las pasa a considerar unidades de producción.
Los animales no son recursos, son individuos que disfrutan de su vida y de su libertad. Los "animales de granja" son hacinados, maltratados e ignorados hasta que llega el momento de cargarlos en los camiones con destino al matadero. En estas auténticas fábricas de comida, son separados de sus crías, mal alimentados y pocas veces ven la luz solar. Las granjas industriales de cría intensiva y los mataderos, lejos de ser confortables hoteles para animales felices que nos muestran los anuncios o los cuentos de los niños, son lugares infernales donde campan el horror, la enfermedad y la muerte. El aire que respiran es un hedor cargado de las sustancias tóxicas de sus desechos. Su alimento son piensos artificiales cargados de hormonas y toda clase de desechos de matadero. Las condiciones son tan dantescas que los desesperados animales tienden a automutilarse o al canibalismo: por ello a las gallinas se les corta su sensible pico, o a los cerdos el rabo (para que no se lo muerdan unos a otros). Las enfermedades son continuas, por lo cual se les satura de antibióticos desde su nacimiento (así, la industria farmacéutica, destina a este fin la mitad de su facturación mundial). Todo esto es válido tanto para animales "de carne" como de producción láctea o de huevos. Bajo estas condiciones es imposible que los animales, inmovilizados hasta su muerte, puedan desarrollar sus instintos naturales, como la búsqueda de alimento, la relación con los demás individuos de su especie o el apareamiento (la inseminación es mecánica y dolorosa).
Después viene el transporte al matadero y la muerte, en condiciones igualmente espantosas. De esta manera "viven" y mueren los animales de abasto, cada año unos 44.000 millones de individuos animales en los mataderos, unos 100.000 millones de individuos si contamos los peces.
Los animales no son recursos, son individuos que disfrutan de su vida y de su libertad. Los "animales de granja" son hacinados, maltratados e ignorados hasta que llega el momento de cargarlos en los camiones con destino al matadero. En estas auténticas fábricas de comida, son separados de sus crías, mal alimentados y pocas veces ven la luz solar. Las granjas industriales de cría intensiva y los mataderos, lejos de ser confortables hoteles para animales felices que nos muestran los anuncios o los cuentos de los niños, son lugares infernales donde campan el horror, la enfermedad y la muerte. El aire que respiran es un hedor cargado de las sustancias tóxicas de sus desechos. Su alimento son piensos artificiales cargados de hormonas y toda clase de desechos de matadero. Las condiciones son tan dantescas que los desesperados animales tienden a automutilarse o al canibalismo: por ello a las gallinas se les corta su sensible pico, o a los cerdos el rabo (para que no se lo muerdan unos a otros). Las enfermedades son continuas, por lo cual se les satura de antibióticos desde su nacimiento (así, la industria farmacéutica, destina a este fin la mitad de su facturación mundial). Todo esto es válido tanto para animales "de carne" como de producción láctea o de huevos. Bajo estas condiciones es imposible que los animales, inmovilizados hasta su muerte, puedan desarrollar sus instintos naturales, como la búsqueda de alimento, la relación con los demás individuos de su especie o el apareamiento (la inseminación es mecánica y dolorosa).
Después viene el transporte al matadero y la muerte, en condiciones igualmente espantosas. De esta manera "viven" y mueren los animales de abasto, cada año unos 44.000 millones de individuos animales en los mataderos, unos 100.000 millones de individuos si contamos los peces.
¿Es necesaria esta masacre?
Ponerse en el lugar de otro, bien sea perro, toro, visón, cerdo, niño o mujer es un ejercicio de empatía, pensar e intentar sentir como lo esta haciendo el otro. El ser humano tiene la facultad de ser conciente de sus actos, y el dolor que estos actos pueden provocar en otros individuos.
Antes de ponerte un bistec o una hambuguesa delante del plato, piensa que una simple acción, dejar de comer carne, lo cambiará todo. No hay ninguna otra acción que afecte a la poderosa industria cárnica. Sin consumidores, no hay demanda y sin ella, deja ser rentable. Ésa es la opción: dejar de dar dinero a quienes se lucran a costa del sufrimiento de millones de seres sensibles que como tú o yo tienen derecho a vivir sin que los torturen y masacren.
Fuente: PACMA
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